martes, 22 de noviembre de 2011

oh! tu mi DIOS ...


Estoy aquí escuchando música con las chicas. Me imagino que estarás ya rendido entre las sabanas… o por lo menos es mi deseo y no que te estés retorciendo de placer con otra que no sea yo.

De nuevo acaricio mis mejillas con mis manos gélidas y aun me parece notar tus cálidas manos, tus dulces besos, tus compasivas palabras…

Y es que no puede haber nada mas entre nosotros que no sea una simple “amistad”, nunca debemos cometer el error de enamorarnos más de lo que es permitido. El mismo Sol nos castigaría si fuera presente de nuestros encuentros nocturnos.

Juegos peligrosos de inocencia y lujuria. Tu y yo, yo y tu y nadie mas … nada me gustaría más que desaparecer junto a ti en este atisbo de soledad que ambos sentimos…

Mis ojos, las luciérnagas que te guian por la oscuridad, tu sonrisa la esperanza al final de mi túnel. Sin necesidad de tenernos pero amándonos una y otra vez.

Amigo mio, te daré todo cuanto pueda ofrecerte, no más que lo estrictamente necesario. Y por siempre en silencio, recitaré tu nombre, oh! tú mi DIOS griego.